Personajes Alfonso Diez |
* La estatura intelectual no es parte de sus atributos * El peor enemigo de López Obrador
es él mismo
Los
últimos días Andrés Manuel López Obrador ha tenido una actividad “inusual”,
para alguien que “supuestamente” no está en campaña electoral.
La
realidad, lo hemos analizado en un Personajes anterior, es que sigue en campaña
por la presidencia de la República, para eso creó el puesto virtual de
Presidente Legítimo, pero ahora va más allá.
Ha
anunciado abiertamente su apoyo a Alejandro Encinas en la competencia que éste
sostiene contra Jesús Ortega por la presidencia de su partido, el PRD.
Con tal
objetivo, se ha presentado en reuniones partidarias con Encinas para pedir a
sus correligionarios que voten por él y durante los últimos días ha estado
enviando cartas a todos los miembros de su partido en el mismo sentido,
solicitándoles que voten por quien él apoya.
Ha enviado
también cartas a los medios de información pidiéndoles que le otorguen tiempo y
espacio para dar su opinión sobre el petróleo, su explotación y lo que él llama
la intención de privatizar la industria, PEMEX, concretamente.
Esto
último, su intención de aparecer en los medios, tiene tres objetivos:
1.- Seguir
en la mente de la población con el mensaje: “no me olviden, recuerden que
cometieron un fraude contra mi persona y me robaron la presidencia y en
consecuencia voy a buscar el voto de ustedes en el 2012 para ahora sí
lograrla”.
2.- Dar un
jalón de orejas e influir en los perredistas que discutirán en el congreso
probablemente a partir de marzo la reforma energética.
3.-
Exhibirse, buscando una autoridad moral que se ha visto disminuida a medida que
pasan los días (debido a que ha ido de tropezón en tropezón, de error en
error), como una manera de estar presente, subliminalmente, de manera constante
entre los miembros de su partido que elegirán presidente del mismo en el mes de
marzo también.
Pero sigue
cometiendo errores graves que le van a ser cobrados.
Cuando
perdió las elecciones de julio de 2006, adujo entre otras cosas, como pretexto
para tomar las calles del Distrito Federal, que el presidente Vicente Fox había
intervenido en el proceso electoral solicitando el voto para su contrincante
del PAN, Felipe Calderón, y que en consecuencia había que anular las
elecciones.
No había
ninguna ley que prohibiera al presidente de la nación emitir su opinión a favor
de quien fuera. En otros países, como Estados Unidos, es usual que el
presidente apoye a los miembros de su partido y haga campaña con ellos. Está
simplemente expresando su opinión.
Pero en el
caso de Fox, buscando las piedritas en el zapato, al saberse perdedor, López
Obrador buscaba a como diera lugar que se anularan las elecciones, haciendo
caso omiso del hecho de que de la misma manera que se dio tal apoyo en el PAN,
se dio en el PRD con el apoyo abierto del jefe de gobierno capitalino al
candidato de su propio partido.
Todos los
análisis posteriores a las elecciones concluyen lo mismo: los errores que
cometió el PAN, los cometió también el PRD. Los apoyos “poco éticos” del PAN,
también se dieron en el PRD.
Pero ahora
las cosas se están dando de una manera que no sólo es poco ética, sino
fraudulenta.
López
Obrador hace ahora lo que esgrimió como causa para anular las elecciones en el
2006. Criticó la intervención de Fox y él abiertamente apoya a uno de los
candidatos.
Pero
entonces el caso no había sido tan analizado y criticado por los medios de información.
Nadie
puede ahora decir que lo que no está prohibido está permitido en relación al
apoyo a los candidatos, porque el asunto ha sido discutido ampliamente.
Andrés
Manuel se ostenta como “presidente legítimo” de México. Utiliza la banda
presidencial bajo el saco. Quiere que se le vea como tal y cobra como tal;
inclusive tiene un “gabinete” integrado por perredistas de su elección que
también cobran por ser miembros de un gabinete fantasma.
Pero actúa
como el presidente criticado por él mismo, al apoyar abiertamente a uno de los
contendientes; es el líder de un partido al que no deja decidir quiénes deberán
hacerse cargo de su destino como tal, quiere que hagan lo que él desee, quiere
que voten por el candidato de su elección.
Eso no
estaría mal, si no lo hiciera solicitando abiertamente el apoyo para uno de los
candidatos. Debería mantenerse al margen, imparcial, como líder de todos los
miembros de su partido, como “presidente legítimo” de todos, no solamente de
los que le simpatizan.
¿Esa es la
democracia que propone?
Corre el
peligro de que, si Jesús Ortega pierde, invada las calles de la Ciudad de
México solicitando la anulación de las elecciones en el PRD. Y López Obrador no
tendría argumentos para responderle.
El peligro
lo corremos todos.
Valiente
democracia habríamos tenido con él.
Con qué autoridad intelectual, con qué estatura
pretende imponer sus ideas
Basta ver
el artículo que le publica el periódico Reforma el lunes 18 de febrero tras la
solicitud que hizo a los medios para que le concedieran espacio y tiempo. Su
lenguaje lo condena como individuo sin cultura, su poca profundidad lo deja de
muy pequeña estatura, su falta de nuevos argumentos e ideas dejan ver su poco
talento.
Desde que
comienza su colaboración: “A diferencia de la derecha y de sus tecnócratas…”,
como un ente producto de su paranoia, sigue la pobreza de sus argumentos: “El
propósito de este artículo es resaltar la importancia estratégica del
petróleo…”, ¿hasta ahora se da cuenta?; y sigue: “La relevancia del sector
energético radica en que se extiende desde la extracción del crudo y el gas
hasta la refinación, la petroquímica y la generación de electricidad”, nos hace
saber que ya sabe cuál es tal relevancia, como niño de primaria que se aprendió
la clase.
Más
adelante admite que nuestro país “posee en el subsuelo gran cantidad de gas
natural que, cada vez, con mayor frecuencia se está utilizando para la
generación de energía eléctrica”, textual, la puntuación es de él. Luego se
refiere a la política energética y dice que “lo único que les ha importado es
vender petróleo crudo al extranjero”, increíble, pero con esto crítica tal
política.
A sus expresiones como “debe saberse que”, “conviene decir que” y “conviene recordar” añade la solución a los problemas: “Es cosa de convocar a quienes saben y están dispuestos a contribuir. Sólo los tecnócratas acomplejados y vende patrias, pueden argumentar que hoy PEMEX no puede…” Pero no le hace caso a “los que saben”, ¿para qué entonces los quiere convocar?; además, ¿no están en PEMEX “los que saben”? Se escribe
como se habla, pero la palabra escrita refleja las lecturas, o la falta de
ellas, la capacidad conceptual, y la capacidad de análisis y síntesis, que
determinan la inteligencia.
Igual que
sucedió cuando publicó sus “50 acciones de gobierno”, como una manera de
comenzar su campaña por la presidencia siendo todavía Jefe de Gobierno, decía:
“Hay que acabar con la pobreza”, pero nunca dijo cómo. Como dicen los clásicos:
“de lengua me como un plato”.
Para
muestra basta un botón, o como decía Nikito Nipongo, bastan estas “perlas” de
su “ideario” de 50 acciones para mostrarlo tal cual es, su poco talento, su
pobreza intelectual. Quiere ser presidente de México y estas son algunas de
esas acciones (su Plan Nacional de Desarrollo), que dice llevaría al cabo en
caso de ganar:
12. Apoyar
la investigación científica.
13.
Fomentar la práctica del deporte.
15.
Fomentar la lectura
16.
Ampliar la cobertura de estaciones culturales.
18.
Fomentar la actividad pesquera.
25. Frenar
la emigración de las maquiladoras.
29.
Implementar el tren bala hasta EU
31.
Fomentar la actividad turística.
32.
Convertir las Islas Marías en la isla de los niños.
33.
Respetar la libertad de expresión y credo religioso.
35. No
usar al Ejército para reprimir.
47.
Respetar la autonomía del Poder Legislativo.
49. No
usar la Presidencia para ayudar amigos ni para destruir adversarios.
Un niño de
secundaria habría trazado un plan menos infantil, con menos frases hechas, con
ideas novedosas y profundas, más desarrolladas.
No cabe duda, el peor enemigo de Andrés Manuel López Obrador se llama Andrés Manuel López Obrador. |